La rotura del
ligamento cruzado anterior de la rodilla es una lesión frecuente durante la
realización de actividad deportiva. Prácticamente dos tercios de las lesiones
del LCA tienen un origen deportivo, afectando población joven y activa con una
prevalencia de 3/10.000 habitantes por año. La rotura del LCA supone un tiempo
de baja deportiva prolongado, alrededor de 6-9 meses.
El LCA es de una
estructura multifibrilar no uniforme en su diámetro con una longitud entre 22 y
41mm y una anchura de 7 a 12 mm, una sección transversal entre 28 y 57 mm. Las
fuerzas que ha de soportar no son elevadas, por lo que de hecho el mismo
ligamento tampoco es especialmente
resistente.
En relación al sexo,
diferentes estudios han puesto de manifiesto que existe mayor riesgo de
lesiones de rodilla en mujeres futbolista, especialmente del ligamento anterior
cruzado. Entre 2 y 4 veces superior en el sexo femenino respecto al masculino
(Walden M, Hägglund M, Werner J, Ekstrand J., 2011).
Parece ser que esta
diferencia es debida a las diferencias anatómico-fisiológicas entre hombres y
mujeres, entre los cuales hay que hacer especial mención a las influencias
hormonales (Barber-Westin, 2009; Griffin, 2000).
Algunos autores han
relacionado los cambios en los niveles de estrógenos en sangre con la laxitud
del LCA durante el ciclo menstrual, la cual cosa confirmaría la correlación
entre ambos factores (Hansen, 2009; Shultz, 2004).
Los estrógenos son
hormonas sexuales femeninas principalmente, producidas por los ovarios y, en
menor cantidad, las glándulas adrenales. La presencia de diferentes receptores
específicos en el LCA y en el músculo humano confirmaría la posible influencia
de esta hormona sobre el ligamento.
Otros autores se
centran en la presencia de los receptores de estrógeno encontrados en el tejido
conectivo y los cambios que se producen en las propiedades de los tendones y
ligamentos. (Heitz NA, 1999; Romani W., 2001). Parece ser que los mayores
cambios en la laxitud del LCA se producen cuando las concentraciones de
estrógenos están en su punto más alto.
Así, parece ser
demostrada la relación entre la presencia de ciertas hormonas y el riesgo de
sufrir una lesión en el LCA. Futuros estudios han de permitir afinar sobre la
relación de las diferentes fases del ciclo menstrual, o los efectos de otras
hormonas, como la testosterona o la relaxina, en el riesgo de lesión de LCA.
Autor: Juan José Zabala